La tulipomanía, fenómeno que presuntamente tuvo lugar en el siglo XVII, es considerada por muchos la primera burbuja financiera de la que se tiene constancia histórica. Antes de debatir si la tulipomanía fue una verdadera burbuja financiera o no, veamos cuál es la narrativa más extendida que defiende la primera postura.
La Burbuja de la Tulipomanía
La tulipomanía tuvo lugar en Holanda durante el así llamado “Siglo de Oro Neerlandés”. Por entonces, el país disfrutaba de la renta per cápita más elevada del mundo, gracias a su creciente comercio exterior y vastas operaciones de intercambio.
El auge económico ayudó a muchas personas a alcanzar cierto nivel de riqueza y prosperidad, lo que a su vez orientó el mercado hacia los bienes de lujo. En ese contexto, uno de los bienes más codiciados eran los tulipanes, particularmente aquellos que presentaban una mutación que los hacía aún más impresionantes que los habituales. Estas singulares flores eran muy distintas al resto de opciones disponibles, por lo que todo el mundo deseaba alardear de sus colores y motivos inusuales.
Dependiendo de la variedad, el precio de las flores podía superar el salario de algunos trabajadores o incluso el valor de una casa. A ello hay que sumar que un mercado de futuros impulsaría hacia arriba los precios, debido a que las flores no necesitaban cambiar físicamente de manos durante las transacciones.
Eventualmente, la oferta de tulipanes crecería tanto debido a la entrada de nuevos granjeros que dedicaban sus tierras al cultivo de las flores, que la burbuja acabaría estallando en 1637 en el transcurso de una sola semana. Algunos creen que la peste bubónica también sería responsable, al impedir que los compradores acudieran a las subastas de tulipanes justo en la época en que el mercado acabaría en caída libre. Los historiadores no se ponen de acuerdo respecto a si se produjeron bancarrotas como resultado de la tulipomanía, debido a que es difícil obtener registros financieros del periodo; pero sin lugar a dudas, el hundimiento provocó pérdidas significativas a los inversores que poseían contratos de tulipanes.
La Tulipomanía frente a Bitcoin
La tulipomanía es considerada por muchos como un claro ejemplo de burbuja que estalla. El relato popular describe un episodio de codicia y exageración que propulsó el precio de los tulipanes muy por encima de los niveles razonables. Mientras la gente inteligente empezó a desprenderse de ellos pronto, los más rezagados acabarían vendiendo en modo pánico cuando la caída libre del mercado se puso en marcha, lo que provocó que muchos inversores y proveedores de servicios perdieran una gran cantidad de dinero.
Principales Diferencias
Una de las principales diferencias entre los tulipanes y los bitcoins es su potencial para actuar como depósitos de valor. Los tulipanes tenían una vida útil limitada y resultaba prácticamente imposible predecir la variedad exacta o apariencia que las flores tendrían, con sólo mirar los bulbos. Los comerciantes se veían obligados a plantarlos y confiar en que se trataba de la variedad exacta en la que habían invertido, especialmente, cuando habían pagado por algún color inusual. Aparte de esto, si querían transferir tulipanes, necesitaban formas que permitieran el envío a destino seguras, con todos los costes que éstas comportaban. Los tulipanes, por otra parte, no eran adecuados como medio de pago, debido a que no podían ser divididos en fracciones más pequeñas -ya que esto habría comportado matar a las plantas. Además, las flores podían ser robadas con facilidad de los campos o de los puestos de mercados, lo que hacía difícil protegerlas.
¿Fue la Tulipomanía realmente una burbuja?
En 2006, el economista Earl A. Thompson publicó un artículo titulado “The tulipmania: Fact or artifact?” (“La Tulipomanía: ¿Hecho o Artificio?”), en el que discutía cómo la tulipomanía estaba realmente vinculada a la conversión implícita, por parte del gobierno, de los contratos de futuros de tulipanes por opciones de compra -y no a un frenesí del mercado. En opinión de Thompson, el episodio de la tulipomanía no puede ser considerado una burbuja porque “las burbujas requieren la existencia de precios mutuamente acordados que excedan los valores fundamentales”, lo que no fue realmente el caso.
En 2007, Anne Goldgar publicó un libro titulado “Tulipmania: Money, Honor and Knowledge in the Dutch Golden Age” (“Tulipomanía: Dinero, Honor y Conocimiento en el Siglo de Oro Neerlandés”), en el que presentaba un gran número de evidencias respecto a que la historia popular de la tulipomanía estaba en realidad plagada de mitos. Partiendo de una extensa investigación de archivo, los argumentos de Goldgar apuntan a que tanto el auge como el estallido de la burbuja de los tulipanes fueron mucho más limitados de lo que la mayoría tiende a creer. Concretamente, afirma que las repercusiones económicas fueron menores y que el número de personas involucradas en el mercado de los tulipanes fue bastante pequeño.
Conclusión
Independientemente de si la tulipomanía fue una burbuja financiera o no, es sin duda irracional comparar tulipanes con Bitcoins (o cualquier otra criptomoneda). El acontecimiento tuvo lugar hace casi 400 años, en un contexto histórico completamente diferente; y por otro lado, las flores no pueden ser efectivamente comparadas con una moneda digital asegurada por técnicas criptográficas.