En criptografía, una clave pública es la mitad de un par de claves utilizado en un sistema llamado criptografía de clave pública (PKC). A cada clave pública le corresponde una clave privada. Es más fácil de entender si imaginamos un sistema de cerradura y llave. Puedes pensar en la clave pública como una cerradura y la clave privada como la llave única que abre la cerradura. Este sistema permite la comunicación segura y el intercambio de datos entre partes que no necesariamente se conocen entre sí.
En el mundo cripto, una clave pública funciona como la dirección de tu billetera de criptomonedas. Así como tienes una dirección física donde tus amigos pueden enviarte cartas, tu clave pública es como una dirección digital donde otros pueden enviarte criptomonedas. Es un código alfanumérico único que te ayuda a identificar tu billetera en la blockchain. Puedes imaginártelo como un número de buzón en un vasto vecindario digital.
A cada clave pública le corresponde una clave privada. De hecho, las claves públicas se generan a partir de sus respectivas claves privadas.
Si bien la clave pública se puede compartir abiertamente con otras personas, la clave privada debe mantenerse confidencial. Imagina la clave pública como la dirección de tu casa, que puedes compartir con tus amigos, y la clave privada como la llave mágica que abre la puerta de tu casa: tus fondos de criptomonedas.
La generación de estas claves comienza con la creación de la clave privada. Funciona como un código secreto que está matemáticamente vinculado a tu clave pública, pero que no se puede derivar de ella. Una vez creada la clave privada, la clave pública se genera a partir de ella mediante un algoritmo complejo. La clave pública se puede compartir con el mundo. Es seguro compartirla porque incluso si alguien conoce tu clave pública, no puede realizar ingeniería inversa para encontrar tu clave privada.
Ahora, hablemos de cómo entra en juego la clave pública durante las transacciones de criptomonedas. Cuando quieras recibir fondos, comparte tu clave pública (tu dirección de billetera digital) con el remitente, quien utilizará esta dirección para enviarte criptomonedas, tal como se envía una carta a tu buzón de correo.
Pero ¿cómo saben los demás que eres el propietario legítimo de los fondos enviados a tu clave pública? Aquí es donde entra en juego la magia de la clave privada. Cuando quieres acceder o gastar los fondos recibidos, tu billetera usa la clave privada para firmar la transacción. Esta firma digital demuestra que eres el dueño legítimo de los fondos asociados a tu clave pública.
Como hemos aprendido, la clave pública se puede compartir abiertamente, pero la clave privada es un tesoro que debe protegerse a toda costa. Compartir tu clave privada es como regalar tus fondos: quien tenga esta clave obtiene el control sobre tus criptomonedas.
La ciencia del uso de teorías matemáticas y computación para cifrar y descifrar información.
Una versátil función criptográfica diseñada por Guido Bertoni, Joan Daemen, Michaël Peeters y Gilles Van As...